martes, mayo 27, 2008
Y es que nuestra vida actual se ha convertido en la complicación global que nos asedia en cada mañana, desde que salimos de nuestras casas, caminamos hacia las paradas de los autobuses en busca de un lugar dentro de ellos, donde podamos dormir otro rato mientras el vehículo nos transporta entre las migrañas expuestas en las autopistas, atestadas de carros, corneteos, humo y gente con un humor que simplemente no es de envidiar. Aguantamos a la llegada, el bendito regaño vivencial del jefe, quien una vez más nos recuerda que hemos llegado tarde, y que somos una mierda. Quedamos incapaces de comprender por qué nos contratan si supuestamente, no servimos ni rendimos en el trabajo. Adjudicamos nuestra felicidad a esos 2 pequeños días que tan poco duran. Los únicos días en que recibimos algo de dinero que justifique con tristeza, la desviación de nuestra cervical en las oficinas. El decreto 1531 como decía un profesor en mis tiempos de estudiantes. El quince y el ultimo, las dos fechas más esperadas. Nos reconfortamos míseramente con el cestaticket. Aplaudimos los aumentos, aunque estos pierden sentido cuando notamos que, el mismo aumento prolifera, magnifica e incrementa la inflación. Nos ilusionamos con préstamos bancarios. Nos condenamos dentro de ellos, para ver que compramos algo que en realidad no nos pertenece. Somos ilusos, soñadores, adictos a la personalización de nuestros escritorios, de las computadoras que nos asignan. De las gaveteras, y de todo lo que nos rodea. Nos llevamos música, vemos algunos videos, nos hacemos de blogs y correos electrónicos, y nunca dejamos de trabajar. Seguimos siendo los mismos alineados, desesperados a una vida amarrada, que nosotros mismos creamos.
¿Qué por qué nosotros? ¡Pues! Alguien que me explique por qué comparto el 99.9% de mis genes con los demás seres humanos. Entonces, así diré que fueron ellos y no yo. Pues si acaso como siempre no consigo respuesta, evidentemente asumiré la generalización de la culpa. Responsabilizaré o responsabilizaremos a una entera humanidad, que día a día, creyó, especuló y asumió la vaga idea de vernos crecer en un mundo comercial, académico, competitivo, tecnológico, científico y; sumamente complicado.
Que nuevamente, desde la brillantez de ésta oficina y desde las coplas del piano, me recuerdan ese sentimiento que se me cuela por los poros y se estanca en mi sistema digestivo, y es ese mismo que detalla mi más profundo deseo de dejar de trabajar, para siempre.
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"Alcanza Tus Estrellas"
::Ed::
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