miércoles, marzo 25, 2009
Un súbito letargo se dibujó en el ceño palpitante de Eleonora.
Su mirada se pausaba,
Incesantemente,
en el devenir extraño,
de ciertas apreciaciones inubicables,
que se escondían sigilosamente,
en el último cáliz de su vientre.
Una caricia…
Un cruel recuerdo….
Un puñal que jaló el gatillo de la inmediata necesidad
(que nos une a todos)
cuando nos escabullimos
entre los pasos de la muerte…
dejando atrás una historia…
una triste historia de cálidas palabras,
de muchos rostros entre la niebla,
apagando la luz de una sociedad corrompida por la desidia
y la indolencia.
Eleonora dejó de percibir su aliento.
Partió
Ya no quiso saberse mujer maldita,
madre señalada,
ni mucho menos petrificada,
no quiso cortar las alas de su ángel
que acaba de caer.
A todo esto,
(muchos de nosotros)
le llamamos un aborto.